El amor, en cualquiera de sus formas, es el principal motivo de consulta, y es que todos sufrimos por amor: el amor de los padres por sus hijos y el de los hijos por sus padres, la competencia entre hermanos, el amor de la pareja, el desamor o el abandono, el amor propio —a veces tan escaso y a veces desbordado—, el amor al trabajo o el duelo ante la pérdida de un ser querido.
El amor nos da la vida y nos deja sin respiración. Lo mismo nos mata una tarde que nos devuelve la ilusión a la mañana siguiente. Como decía Freud, nada nos distrae más de la dureza de la vida ni nada nos deja más desprotegidos ante sus golpes que el estar enamorados.
Y así es: un psicoanalista siempre está escuchando historias de amor. No sólo del amor romántico, lo sé, pero es verdad que las penas de amor llenan nuestras consultas, porque en ellas se concentran y se actualizan todas las otras penas de amor que hemos acumulado a lo largo de la vida.
En ocasiones, el final de una relación suele marcar el comienzo de un tratamiento, ese es un motivo de consulta muy habitual. Reconstruirse después de una ruptura requiere de un trabajo psíquico profundo y a veces prolongado. Se trata de un duelo en toda regla; la vida, tal como la conocíamos, ya no es lo que era y hay que aprender de nuevo cada gesto, mientras se sanan las heridas. El tiempo por sí solo no lo cura todo.
A lo largo de mi experiencia como psicoanalista, he escuchado con interés a personas que sufren por un amor imposible, un amor perdido o un mal amor: relaciones intermitentes de ahora sí, ahora no; relaciones efímeras de usar y tirar; relaciones de maltrato encubierto —y no tan encubierto—, relaciones triangulares, o relaciones de dependencia emocional que sólo garantizan sufrimiento. Esa escucha me ha llevado a escribir Mujeres malqueridas primero, luego Me cuesta tanto olvidarte, hasta completar la trilogía con Mujeres que lo dan todo a cambio de nada. Estos libros fueron concebidos como una manera de acercar mi experiencia como psicoanalista a un público más amplio que el que puede asistir a una consulta, y a la vez han abierto las puertas para que se acerquen miles de mujeres a través de las redes sociales a contarme sus historias, a la espera de un poco de luz sobre su caso.