A raíz de la publicación de Mujeres malqueridas, tuve la suerte de recibir cantidad de correos de mujeres que me escribían para contarme sus historias. Me cuesta tanto olvidarte se trata de un libro que acompaña no sólo en la dificultad de terminar con una relación destructiva, sino en el proceso de duelo inevitable que sigue a todas las rupturas.
«¿Te parece que lo puedo cambiar?», «¿hay algo que yo pueda hacer para que siga conmigo?», «¿tendría que dejar de verlo?», «¿qué hago si me busca otra vez?, ¿lo perdono de nuevo?», «¿cómo puedo hacer para dejar de llorar?». Las preguntas apuntaban a algo más profundo. Cada una de ellas buscaba, a su manera, el consuelo que mitigara su dolor. Fue así como surgió la necesidad de escribir para ellas el segundo libro de la trilogía: Me cuesta tanto olvidarte.
No es lo mismo dejar que ser dejado; no es lo mismo poder hablar y comprender las razones de la ruptura que ser abandonado de la noche a la mañana sin palabras; no es igual dar la cara que hacerse dejar cobardemente; así, cada separación tiene sus peculiaridades y en cada caso el duelo habrá de elaborarse de una forma distinta.
Cualquier ruptura nos obliga a un proceso de reconstrucción que lleva su tiempo y que supone atravesar por diferentes sentimientos, desde el “no me lo puedo creer, esto no puede ser verdad”, pasando por la rabia, el dolor, el miedo hasta llegar a la aceptación y finalmente al olvido.
La buena noticia es que olvidar es posible. Lleva su tiempo, pero es posible.